Reunida la comisión de coordinación provisional de la Federación Republicanos, queremos, en primer lugar, agradecer su esfuerzo a todos
los compañeros que han participado en la campaña electoral, a los ciudadanos que sobreponiéndose a la presión del ambiente político y a la desinformación propiciada por el antidemocrático marco electoral vigente, han apoyado con su voto la apuesta de Republicanos por construir sin más espera la unidad de la izquierda en torno a un programa de carácter popular y republicano. Hemos superado satisfactoriamente nuestra primera prueba, en condiciones muy difíciles, sin apenas tiempo y con pocos recursos. La capacidad de entrega de los hombres y mujeres que conforman Republicanos ha permitido que se sortearan todos los obstáculos.
Por otra parte, son muchos los que en los dos meses transcurridos desde nuestra constitución, nos han hecho llegar su apoyo, compromiso y disposición para incorporarse a la tarea y constituir núcleos de la federación allí donde aún no existen. Se trata de organizaciones y gentes que consideran, como nosotros, que la unidad de esfuerzos de los republicanos en torno a la idea común de trabajar por el advenimiento de la III República Democrática y Federal es una tarea que no puede esperar más, porque de ella depende la posibilidad de superar la crisis económica, política y social que está destrozando el futuro de esta generación y las futuras; de ella depende también la viabilidad de una futura confluencia de todas las sensibilidades de la izquierda en un torrente único capaz de derrotar a la minoría que domina la política de nuestro país.
Lo hemos dicho en la campaña electoral: vienen tiempos muy duros: el nuevo gobierno del PP no es una derecha más, es la representación viva de la derecha franquista que condicionó el desarrollo democrático en España, impuso sus normas en las instituciones y elevó sus prioridades e intereses a la categoría de cuestiones de estado.
Nos esperan tiempos de recortes, pérdida de derechos sociales y laborales y mayor limitación de las normas democráticas. Por desgracia, no podemos esperar, al menos de momento, que la mayoría de quienes han sido elegidos para el futuro Parlamento en nombre de la izquierda, vayan a dar el salto de trabajar decididamente por articular a la izquierda del lado de la unidad y de la República. Sus prioridades, según han manifestado, son otras: sus principales dirigentes, en unos casos anticipan una oposición “constructiva”, que respete el consenso con el Gobierno en las cuestiones de Estado, y en otros, aunque afirman su intención de defender en el Parlamento la voz de los ciudadanos, pero sujetos a las condiciones que impone el régimen y que impiden desarrollar un programa popular. Tras el 20n, la lucha por la República como eje básico de la propuesta programática de la izquierda, es hoy aún más necesaria, si cabe.
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