Valoración de la cumbre europea de 9 de diciembre de 2011.

Comunicado Comisión Promotora Mesas Ciudadanas para la  Convergencia y la Acción



ORIGEN: www.público.es

Las exageradas expectativas que había levantado  la cumbre europea de los pasados días 8 y   9 de diciembre para resolver la crisis del euro han resultado defraudadas. No cabía esperar algo distinto, pues la crisis tiene como origen el trasquilado proyecto de la unidad monetaria, con carencias fundamentales, los profundos desequilibrios que se han generado durante la vigencia del euro, las discrepancias irreductibles entre los países y las posibilidades muy mermadas de hacer frente a la agitación de los mercados, derivada del enorme endeudamiento en que están atrapados muchos países de la zona euro.
Ante la imposibilidad conocida y real de resolver los problemas de fondo que la existencia del euro plantea, los gobiernos de Francia y Alemania han tratado imponer sus exigencias para limitar la cuantía de los déficits y deudas públicas y crear las condiciones jurídicas para que en el futuro las restricciones y el control presupuestario de los estados sean más rigurosos, al precio de un deterioro de la democracia y de los derechos sociales básicos. Lo fundamental acordado es que en el futuro los déficits públicos no podrán superar el 0,5% del PIB,  que este criterio debe incluirse en las constituciones nacionales y que se penalizará económicamente su incumplimiento.
Tal compromiso exigiría la unanimidad de los 27 países de la Unión Europea para la reforma del Tratado de funcionamiento de la unión monetaria, pero habiéndose descolgado Reino Unido, la cumplimentación exigirá un “acuerdo intergubernamental” a  26, que abre un periodo de incertidumbre, complicaciones jurídicas  y tensiones políticas, por más que se pretende que se apruebe en marzo del próximo año. La ruptura que ha generado Reino Unido, implica una nueva división en el seno de Europa que debilita los proyectos de unidad en el contexto de crisis existente.
Tras la cumbre todo sigue igual de  complicado,  pues el fondo de la crisis sigue sin abordarse, pero es necesario reconocer que como ocurre en los países a escala individual, se ha tratado de aprovechar la tensión y la alarma existentes para dar otra vuelta de tuerca a la política neoliberal con la que se quiere hacer frente al desastre generado por el proyecto neoliberal de Maastricht. Y es así como se pretende concentrar la política en la corrección de los déficits públicos a través de duros recortes y ajustes presupuestarios. Estos no resuelven los problemas del endeudamiento existente, pero entrañan políticas sociales muy regresivas y una política económica que agravará los elementos recesivos que a escala de la economía europea se registran, corriéndose el riesgo de que se cree un círculo infernal: recortes, más  depresión, impacto negativo sobre las cuentas públicas, esfuerzos para corregir el déficit y más depresión.
Todo lo anterior tiene plena vigencia en el caso de nuestro país. Para empezar ya se ha constitucionalizado el tema de la cuantía del déficit y la deuda pública, así como la prioridad de su pago, tras la alevosa reforma constitucional. El nuevo gobierno del PP ha dejado claro que el  principal, el indiscutible objetivo de su política,  es corregir el déficit público, para responder obedientemente a las exigencias planteadas por Merkel y Sarkozy. Todo ello sin dejar de confundir insistiendo en que la política económica está orientada a crear empleo, mientras la situación desoladora del paro sufrirá un agravamiento que elevará las cifras a extremos sociales explosivos. Por lo demás, el fatalidad de la situación es que todos los recortes y ajustes, la corrección del déficit público que se consiga,  no tendrán ningún impacto en el volumen de la deuda externa en que está atrapado el país, que constituye el verdadero talón de Aquiles de la crisis económica española. 
Significa esto que la lucha contra todos los recortes y ajustes que pretende imponer el PP, han de acompañarse por parte de la izquierda de una reflexión profunda sobre la salida de la crisis, la respuesta al deterioro de la democracia, la pérdida de soberanía ciudadana, y crisis de legitimidad y consenso de la Constitución, así como de los compromisos con la Unión Europea, que nos mantienen hundidos sin esperanza,  e inermes y maniatados para afrontar una situación económica y social muy grave. 

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