14 de abril de 2009


Los ciudadanos asisten entre la preocupación, el miedo y la cautela a la sucesión de nuevas cifras que van aumentando la gravedad de la crisis económica. Una realidad que parece que se ha instalado en nuestras sociedades para durar y que amenaza los empleos a un ritmo verdaderamente desesperanzador. Al mismo tiempo resuenan amenazas de recortes en todos los derechos y servicios sociales.

Las medidas tomadas por los gobiernos no parece que puedan atajar de forma efectiva la sangría de puestos de trabajo, especialmente en nuestro país, donde medio millón de personas han pasado a engrasar las colas de las oficinas de empleo en los escasos meses que han transcurrido del año 2009. Se repite la eterna receta de la flexibilidad laboral, como forma piadosa de denominar al despido libre. El sistema económico capitalista se nutre de los fondos públicos para preservar los privilegios de unos pocos pero no se ve que la generosidad de los estados se trasmita al conjunto de la población por más que se nos diga lo contrario desde las múltiples cumbres y encuentros de gobernantes y magnates financieros.

Rememorar el hecho de que hace 78 años, los españoles, a través de unas elecciones municipales cambiaran el régimen de la monarquía a la II República puede parecer una cuestión de nostálgicos que agitan la tricolor en celebraciones folclóricas. Sin embargo en aquel lejano 1931, España también pasaba por momentos críticos y convulsos en lo político, lo económico y lo social. Los ciudadanos supieron entonces ponerse a la altura de las circunstancias y se desprendieron de muchos prejuicios para tomar un camino distinto a aquellos que estaban ya marcados durante los años de la Restauración borbónica.

La solución a la crisis ha de pasar por la voluntad y la implicación de la ciudadanía buscando encontrar nuevos caminos para la economía y la sociedad de 2009. La riqueza ha de distribuirse de un modo más justo. Los recursos del planeta son finitos y hay que racionalizar el uso de los mismos. Los servicios públicos son imprescindibles y no podemos permitirnos el renunciar a ellos mediante su privatización. El mensaje de Izquierda Republicana busca que los españoles volvamos a coger las riendas de nuestro destino sin intermediarios mediante un democracia verdaderamente participativa. Así fue hace 78 años, así podemos hacerlo en 2009, en este año de crisis pero también de oportunidad de cambiar las cosas.

¡Viva la República!

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