Frente a una derecha neoliberal que afianza su poder, la unidad de la izquierda es más necesaria que nunca

No ha habido sorpresas: se confirma el apabullante triunfo de la derecha neofranquista y la debacle del PSOE del neoliberalismo y de los recortes. Una vez más, el régimen monárquico ha aprovechado todos los mecanismos que le proporcionan la ley electoral, el control de los medios de comunicación y la política caciquil para asegurar, a su conveniencia, la alternancia entre los dos representantes del gran capital, pese a que el PP ha arañado en realidad menos de 600.000 nuevos votos (de hecho, desde el primer triunfo de Aznar en 1996, no ha podido crecer en más de un millón de votos, pese a que el censo electoral ha crecido en más de tres millones de electores). Así, una parte de los sectores populares, hastiada de la política de una supuesta “izquierda” que no ha hecho sino atacar sus condiciones de vida, ha apostado por el “cambio” en el Gobierno con la falaz esperanza de que, así, se resuelvan rápidamente sus problemas, y ha votado para ello por el PP; otra buena parte de esos votos desencantados (800.000) ha ido a parar a UPyD, admirada por los falangistas pero favorecida por su calculada ambigüedad, así como a candidaturas que podríamos calificar como “folclóricas”; pero, sobre todo, es notable la cifra alcanzada por la abstención (9.710.775 personas, por encima del medio millón más que en 2008, lo que la convierte en la segunda opción elegida por los ciudadanos en estas elecciones) y el voto blanco y nulo, que ahora suponen unas 200.000 papeletas más que hace cuatro años.
De este modo, con su abultada victoria en escaños, el PP está listo ya para profundizar la política de recortes de derechos sociales, servicios públicos y libertades políticas que le exigen los poderes económicos y los especuladores financieros, que son quienes le dictan su programa.
Igualmente, tampoco ha habido sorpresas en los resultados obtenidos por la izquierda, que no ha sido capaz de convertir en apoyo popular toda la oposición a los recortes y el desastre sufrido por el PSOE. Ni siquiera IU, que ha concentrado buena parte del voto “útil” progresista, hasta ganar 711.000 nuevos votos y conseguir formar grupo parlamentario, ha alcanzado los resultados de 1996, de los que se encuentra aún a casi un millón de sufragios; y, en todo caso, poco podrá hacer su grupo parlamentario frente a la aplastante mayoría reaccionaria, más aún si prosigue con las formas y, sobre todo, el discurso manifestados en los últimos años.
Por lo que a nosotros respecta, tampoco ha habido sorpresas. Por supuesto, la candidatura deRepublicanos ha sido absolutamente silenciada, incluso por los medios “progresistas”. Sin embargo, a pesar de nuestros magros resultados electorales, podemos decir que hemos cumplido con creces los objetivos que nos propusimos. En primer lugar, en sólo cuatro meses hemos puesto en marcha una alternativa republicana después de treinta años, que, a pesar de las trabas impuestas por la reforma de la ley electoral, ha podido finalmente presentarse en ocho provincias y hacerse visible en todo el país. Estas candidaturas han recibido el voto de la gente consciente de la necesidad de la ruptura con el régimen y decidida a dar pasos efectivos hacia la República, más allá de las presiones a favor del “voto útil” y de la “corrección política” impuesta por la política al uso, izquierda institucional incluida. A todas esas personas, y especialmente a quienes han dedicado su tiempo y energías a promover este proyecto en los últimos meses, y con más empeño aún durante la campaña, les expresamos nuestro más profundo agradecimiento y afecto.
La presencia de Republicanos en esta convocatoria ha servido también, en segundo lugar, para que las izquierdas en su conjunto, y sus bases en especial, hayan tenido que plantearse abiertamente la cuestión de la República y su papel en la construcción de una alternativa a la hegemonía de las derechas y sus políticas antipopulares.


Sin embargo, más allá de esta realidad, lo realmente relevante para nosotros es que esta campaña ha servido, como nos proponíamos, para ilusionar a muchísimos nuevos y veteranos militantes y simpatizantes, y organizar núcleos de Republicanos en numerosas localidades y provincias, y no sólo allí donde hemos presentado candidaturas. Hemos conseguido poner las bases, por tanto, para seguir extendiéndonos y empezar a incidir en la realidad política y social de los distintos territorios a partir de ya mismo. Y el primer paso será concretar las primeras reuniones de trabajo en todos los lugares donde hemos conseguido concitar apoyo y simpatías. Es el compromiso que hemos adquirido, y que vamos a hacer efectivo, con los miles de personas que han construido y apoyado con su voto a REPUBLICANOS.
Pero la principal lección de estas elecciones es, seguramente, que es indispensable forjar un nuevo bloque popular que haga frente a los nuevos ataques que se avecinan. En primer lugar, merece la pena señalar que, a pesar de que el censo electoral (incluidos los residentes en el extranjero) ha aumentado en más de 3,2 millones de personas desde 1996, el PP sólo ha crecido algo más de un millón de votos (desastre del PSOE incluido); pero la izquierda no ha sido capaz de ganarse a ese sector del electorado, puesto que la abstención ha crecido, durante estos quince años, en unos 2,3 millones.
En segundo lugar, casos como el de Alicante, donde han faltado poco más de 2.000 votos para obtener un diputado de izquierdas; o, en sentido positivo, el triunfo de Amaiur en el País Vasco, demuestran que, en el plano electoral, es necesaria la unidad para hacer frente a las trampas que impone el sistema. Pero, sobre todo, con el nuevo panorama político, es obvio que se avecinan tiempos duros y que, con la aplastante mayoría de las derechas en las instituciones, ese trabajo no basta. Va a ser necesario, por tanto, redoblar los esfuerzos por la unidad de las luchas sociales (defensa de los servicios públicos, de los derechos laborales, de los salarios…); pero, sobre todo, habrá que seguir peleando por darles una expresión política unitaria, creíble y decidida a cambiar las reglas del juego, que concite el apoyo mayoritario y decidido de las izquierdas, para plantar cara a los recortes y pasar a la ofensiva en todos los planos.
Republicanos seguirá trabajando, como hasta ahora, para ser un factor de la necesaria unidad de la izquierda, con el objetivo de hacer posible, más pronto que tarde, una República democrática y federal, al servicio de los trabajadores de toda clase. Habremos de hacer frente a la ola reaccionaria que impondrá el nuevo gobierno del PP; también, quizás, al ensoberbecimiento y afanes hegemónicos de quienes se dan por satisfechos con aumentar sus votos y diputados, pese a que sirvan de bien poco a los intereses del pueblo. Por todo ello, es posible que estas elecciones retrasen la formación del necesario bloque popular que permita resolver la crisis en beneficio de la mayoría trabajadora y conquistar nuevas cotas de democracia. Pero también resulta obvio que el gobierno del PP no va a solucionar, sino todo lo contrario, los problemas de la mayoría de los ciudadanos; y que, por tanto, los conflictos sociales se van a agravar. En ese proceso, la federación Republicanos estará donde siempre hemos estado sus miembros: junto al pueblo y por la República.
¡Viva la República!
Madrid, 21 de noviembre de 2011

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